Integrantes

Juliana Jiménez Sierra
Marcela Lozano Andrade
Marco Vera

lunes, 21 de abril de 2014

La masacre

Las masacres son una modalidad de violencia, con un claro y contundente impacto en la sociedad civil. La masacre de El Salado ocurrida entre el 16 y 21 de febrero del 2000, es considerada como una de las escaladas de violencia más sangrienta y notoria, ejecutada por los paramilitares en Colombia entre 1999 y 2001. Durante este lapso de tiempo, en la región de Montes de María hubo 42 masacres, que dejaron más de 354 víctimas. Estos eventos fueron percibidos como una marcha triunfal por parte de los paramilitares (Machado, et al., 2009).




Durante la masacre, 450 paramilitares llegaron al territorio, los helicópteros sobrevolaban la zona, los pobladores habían sido concentrados forzosamente y en general, el corregimiento había sido encerrado.

La masacre del Salado ha sido considerada como una estrategia paramilitar, cuyo objetivo presunto era alcanzar mayor control sobre el territorio y la población, haciendo uso de la violencia y el consecuente terror. Esta estrategia paramilitar comienza a gestarse en los años noventa, con masacres como la de Trujillo (Machado, et al., 2009).

Esta masacre fue planeada en su gran totalidad en la finca conocida como El Avión la cual se encontraba ubicada en Sabanas de San Ángel en el departamento de Magdalena. En este lugar se llevó a cabo toda la organización intelectual y fue realizada por los cabecillas paramilitares pertenecientes al Bloque Norte, dentro de los que se encontraban  Salvatore Mancuso y Rodrigo Tovar Pupo, alias “Jorge 40” al igual que por John Henao alias “H2” (Machado, et al., 2009).

De igual forma, este tenebroso acontecimiento de barbarie e inhumanidad fue efectuado por alrededor de 450 paramilitares los cuales estaban separados en tres grupos diferentes, el primero que se encargó de irrumpir por el municipio de San Pedro en dirección a los corregimientos Canutal, Canutalito y zonas rurales del corregimiento de Flor de Monte los cuales tienen comunicación con el casco urbano del corregimiento El Salado. 

El segundo grupo estaba bajo las órdenes de Édgar Córdoba Trujillo, alias “Cinco Siete” e incursionó por los lados de Zambrano, municipio  que se comunica con El Salado. El tercer grupo llegó hasta la zona de la masacre por la vía comunicante entre El Salado y el casco urbano de El Carmen de Bolívar. Este último grupo estaba comandado por Luis Francisco Robles alias “Amaury” (Machado, et al., 2009).

La masacre de El Salado se dice que ocurrió entre el día 18 y 19 de febrero de 2000, pero en realidad y con base a diferentes pruebas y declaraciones de las víctimas, se puede afirmar que dicha masacre ocurrió durante el 16 y el 21 de febrero de 2000 en los municipios de El Carmen de Bolívar, en el corregimiento El Salado, Sitio Loma de las Vaca y en la vereda El Balguero (Machado, et al., 2009).

Se dice que durante investigaciones se encontraron 60 víctimas fatales, de las cuales 52 eran hombre y el resto mujeres,  de los que 3 víctimas eran menores de edad, así como 12 jóvenes entre los 18 y los 25 años de edad y 10 adultos jóvenes entres 26 y 35 años, entre otros. Como si fuera poco, se encontró registro que durante la masacre no solamente hubo víctimas fatales (muertos), sino que también hubo víctimas de abuso sexual en el corregimiento de El Salado  y una de daño de bien ajeno en la vereda Bajo Grande en el municipio de Ovejas (Machado, et al., 2009).




Durante todos estos días se realizaron asesinatos macabros que fueron descritos por innumerables testigos tales como el hijo de Eliseo Torres, quien narró cómo asesinaron a su papá y explica que fue degollado y torturado. Como este hay muchos casos que caracterizaron esta masacre por su crueldad, por ejemplo narra uno de los paramilitares capturados que asesinaban jóvenes por el simple hecho de llevar un tatuaje religioso bajo la disculpa de que era guerrillero, así como torturaron a niñas al amarrarlas sin darles ningún tipo de alimento hasta que agonizaran y murieran.
Todos estos hechos demuestran la barbarie de hechos que fueron cometidos en esta zona del país y la manera en que estos grupos al margen de la ley cometieron crímenes de los cuales muchos no han sido reconocidos hoy en día y que incluso, durante la masacre se vieron irregularidades por parte de la fuerza pública para contrarrestar dichos crímenes (Machado, et al., 2009).





Relata el texto que “ los paramilitares no les permitieron a los sobrevivientes recoger y sepultar a sus muertos: No les bastó con pisotear la dignidad de las víctimas con las torturas, las atrocidades, los insultos y los gritos” (Machado, et al., 2009).

Como si fuese poco, esta masacre también se caracterizó por convertirse en un espectáculo público en done se exhibían como “trofeos” las víctimas y las crueldades de cada uno de los accidentados se daba a luz a través de un toque de una tambora o a través de música en equipos de sonido que los paramilitares iban prendiendo en las tiendas y en las casas saqueadas.

Igualmente, dentro de las manifestaciones de la crueldad que hubo durante esta masacre se tiene un amplio espectro de los diferentes métodos de tortura y matanza que fueron utilizados por estos grupos al margen de la ley. Entre ellos encontramos desde el uso de cuchillos y armas blancas, hasta uso de sierras eléctricas y motosierras para torturar a las víctimas (Machado, et al., 2009).

El Salado, se ha convertido en una marca social por las dinámicas de conflicto, pues ha dado paso al suplicio corporal. Asimismo, elementos como la masacre y la tortura constituyen dichas operaciones asesinas como la ocurrida en el Salado. En este caso, la mayoría de los crímenes cometidos en este corregimiento fueron llevados a cabo en la plaza pública solo con la intención de que cada uno de sus habitantes pudiera presenciarlos para que finalmente, todos fueran juzgados y castigados por presuntas complicidades.  Así, esta masacre representa un encuentro entre el poder absoluto y la impotencia absoluta entre los paramilitares y campesinos respectivamente (Machado, et al., 2009).

De esta manera, se puede decir que el sentido de terror por la tortura estaba relacionado mas con el caso de omnipotencia de los paramilitares con el propósito de castigar a la población por cualquier gesto de colaboración con la insurgencia provocando su revolución  y evacuación masiva.

Como se mencionó anteriormente, los paramilitares adquirieron un poder dominante y de omnipresencia logrando estigmatizar a las víctimas de El Salado frente a la guerrilla sin ninguna exigencia ética o política.

Por otro lado, las secuelas que han dejado estos grupos armados han sido muchas, puesto que han desaparecido poblaciones enteras, han dejado casas abandonadas, empresas en la ruinas, actividades agrícolas suspendidas, comunidades aniquiladas, entre otras. Por ende, durante esta masacre, no fue la palabra lo que primo, sino el silencio. El silencio como una opción de procesar el duelo pero también utilizado como una estrategia de sobrevivencia por lo amenazados que estaban cada uno de los campesinos (Machado, et al., 2009).




Es así entonces como la masacre de El Salado, ha sido conocida desde hace 14 años como un acontecimiento de grandes violaciones a los derechos y principios humanos fundamentales de la vida de cada ser humano. En este sentido, es importante aclarar que los conflictos armados están respaldados por los derechos internacionales humanitarios, que son un conjunto de normas y acuerdos entre Estados que limitan sus efectos y protegen a las personas que participaban en los combates. Tienen aplicación obligatoria por parte de los gobiernos y ejércitos en momentos de conflictos armados. De este modo, a masacres como esta, no se puede ver solo desde una perspectiva individual y comunitaria sino también desde las implicaciones e impactos que desbordó en el ámbito privado y social.



DERECHOS INTERNACIONALES HUMANITARIOS

No hay comentarios:

Publicar un comentario